No soy de agua, soy de tierra y de fuego, soy una mezcla extraña de sangre de distintos lugares. Soy del aire temperamental que puede tirar a un hombre o rozar suavemente la mejilla de una muchacha de ojos tiernos.
Por las noches me despiertan los recuerdos y escucho a lo lejos mis pasos ya inciertos. Soy de sombra, soy de noche, mis acciones se disuelven en la claridad del día, entre el rumor de los transeúntes o entre la risa alegre de los niños que aún no conocen el dolor.
Si me preguntan por mí, sonrío después de soltar una carcajada a las nubes y desaparezco, mezclándome en la conversación o fingiendo sorpresa por algo apenas sucedido.
Soy el protagonista de una sarcástica comedia dramática y mientras escribo estas líneas, mi autora sonríe pensando en un hombre real.