Thursday, June 30, 2011

Regarding hope...

"But for all the horror, there are some reasons for hope."

Is there actually a reason to be hopeful? Hope means to cherish a desire with anticipation. Cherish means to keep or cultivate with care and affection or to entertain or harbor the mind deeply and resolutely. Desire means to long or to hope for. Then hope means to cultivate with care and affection what we long for. I insist. Is there a reason to be hopeful? If tomorrow is not here yet; and when it is, it will be today and we will be then still be hoping?

Sunday, June 26, 2011

Fragmento de Mantra (Rodrigo Fresán)


"(...) Empezaré diciendo que entonces éramos otros. Entonces éramos diferentes, no por una cuestión de edad y de tamaño y de ideas, sino porque los que habitan ese efímero planeta de la Nebulosa de Nunca Jamás conocido como Infancia (la única patria posible y, al mismo tiempo, un lugar cuyos habitantes se extinguen enseguida, un sitio que desaparece para unos para así poder ser poblado una y otra vez por otros, por los que siempre vienen detrás, como ocurría con ciertas ciudades aztecas súbitamente abandonadas) son siempre animales extraños, criaturas que nunca se quedan quietas a la hora de ser capturadas y clasificadas para el bestiario de turno. Seres completamente distintos a los que llegan a convertirse, porque, entonces, sorpresivamente duros y fuertes - porque es durante la infancia cuando, contrario a lo que suele creerse, somos más poderosos y resistentes a todo-, no sospechan que con el tiempo se irán ablandando, volviéndose más temerosos y fragiles. Caemos desde árboles, dormimos en el suelo, sangramos poco, cicatrizamos rápido, nos revolcamos felices en nuestra propia mierda, lloramos de risa, las enfermedades apenas se detienen en nuestro cuerpo a beber un cocktail febril y siguen su camino, nos encanta cumplir años porque ese día confirma la brevedad de lo que ha sido y el infinito de lo que será y todavía está tan lejos esa primera noche en que, por primera vez, dejamos de pensar en el futuro para refugiarnos en una imprecisa revisitación de nuestro pasado. Cuando somos nuevos no enjevecemos: Crecemos.
Como tumores.
Como Sea Monkeys.

Somos inmortales durante nuestro principio. Somos invencibles. Lo sabemos todo porque no hay mucho que saber. Somos puro Capítulo Uno. Conocemos lo básico, lo que realmente importa, lo imprescindible: reglas simples para sobrevivir en la jungla de nuestros días breves pero intensos en los que intuímos a la perfección quiénes son nuestros amigos y nuestros enemigos. Entonces nuestras flamantes antenas captan sin dificultad el lenguaje secreto del universo. Con los años -con el ruido blanco del conocimiento de lo inútil, con la estática de la información innecesaria y el paulatino aproximarse de la muerte- nos vamos convirtiendo en personas cada vez más ignorantes y temerosas de puertas que mueve el viento o de teléfonos que suenan en la oscuridad del centro exacto de la noche. Así, a la hora incierta de recordar con tristeza nuestro vigoroso ayer, no somos más que astronautas corruptos de una luna inocente en cuya espalda alguna vez plantamos una bandera y desde la que todo nos parecía más grande y majestuoso, no porque, como se piensa, nosotros fuéramos más pequeños que las habitaciones que nos contenían, sino porque nuestra capacidad de asombro, no era, todavía, el ejercicio de un músculo pequeño y difícil de ubicar sino un latido constante al que alcanzaba con cerrar los ojos para sentirlo adentro de nosotros, marcando el tiempo de los hombres y la velocidad de las cosas. Sí, nuestro pasado más remoto estaba tan próximo y era tan breve y preciso que se confundía con lo acontecido horas atrás mientras nos deslizábamos por un presente más largo que todo el futuro. Por eso es durante la infancia cuando más nos atrae el rugir de los motores de la ciencia-ficción: el antes es ínfimo; el ahora no es más que una sucesión de fotogramas; el después lo es todo y por eso no es extraño que, a medida que crecemos, el futuro nos interese cada vez menos y nos provoque menos interrogantes porque, sí, comenzamos a comprender que nunca llegaremos a ser parte de él.(...)"

Wednesday, April 20, 2011

From Through the Looking Glass (Lewis Carroll)

(...) The Frog looked at the door with his large dull eyes for a minute: then he went nearer and rubbed it with his thumb, as if he were trying whether the paint would come off; then he looked at Alice.
"To answer the door?" he said "What's it been asking of?" He was so hoarse the Alice could scarcely hear him.
"I don't know what you mean," she said.
"I speaks English, doesn't I?" the Frog went on. "Or are you deaf? What did it ask you?"
"Nothing!" Alice said impatiently. "I've been knocking at it"
"Shouldn't do that-shouldn't do that-" the Frog muttered.
"Wexes it, you know". Then he went up and gave the door a kick with one of his great feet. "You let it alone", he panted out as he hobbled back to his tree, "and it'll let you alone, you know" (...)
Through the Looking Glass, Lewis Carroll

Sunday, March 27, 2011

No bastarán dos palabras

No bastarán dos palabras. No podré decírtelo simplemente así. Cualesquiera que sea aquella que suceda al “te” inevitable en ese instante, no bastará para expresar la inconmesurable sed que tengo de ti.

No bastarán los días ni las noches para encontrar la forma exacta de decirte eso que tanto quiero decirte. No bastará para decirte lo mucho que deseo conocerte y estar contigo; compartir aunque sea unos minutos de tu tiempo, que en aquel instante en el que se intersecta con el mío, me hace sentir que la divinidad llegó a mi vida en el primer instante en el que te vi pasar vestida de amarillo.

No bastarán dos palabras, como cuando se necesita algo más que toda el agua del mar para detener la lava de un volcán que brota decidido repentinamente de lo profundo de la tierra. Ni bastará la paz de todos los anocheceres del universo para igualar aquella que siento cuando recuerdo aquel día en el que me confesaste tu nombre con la inefable dulzura de tu voz.

No bastará el brillo de aquel cielo desbordante de estrellas que tanto recuerdo para compararse con aquel que irradia tu aparición en mi presente.

No bastarán las sonrisas de todos los niños del mundo para ser tan hermosas como el esbozo de una tuya.

Nunca podrá bastar la suavidad de todas las notas musicales del mundo ni el aroma de todas las mañanas de primavera para ser más placenteras y hermosas que la sensación del roce de tus cabellos en mi rostro.

No bastará el frío del invierno más crudo para entibiar mi alma en ese momento, cada vez más recurrente en el que pienso en ti.

No bastará la magnitud del amor de una madre, ni la del hambre del famélico para acercarse a la décima parte de mi deseo de colocarte un beso en la mejilla con todo el cuidado y la ternura del mundo.

Sin embargo, bastan dos palabras para sacudir mi mundo con la fuerza de un tsunami. Bastan dos palabras para hacerme sentir una emoción extrema e indescriptible al esperar que camines por ese pasillo. Bastan dos palabras para descifrar la hermosura de lo hermoso, la belleza de lo bello y la dulzura de lo dulce. Bastan dos palabras para sentir que eres lo que esperaba mi esperanza. Bastan dos palabras para saber que quiero repetirlas y sonreír mientras las digo por el resto de mi vida